Análisis y reflexión30/11/2023

El Adviento: tiempo de luz y esperanza

En adviento, empecemos a encender la luz de la alegría para que nuestros corazones se llenen de ilusión y esperanza cuando vemos que es posible otro mundo

La sociedad, en general, celebra la Navidad con luces de colores y anuncios que compiten en originalidad, con fiestas familiares, grandes comidas y regalos… En medio de todo esto, ¿Dónde está Dios? ¿Qué lugar ocupa la Buena Noticia de que la Palabra de Dios se reviste de humanidad y acampa entre nosotros?

Vivimos envueltos en tantas preocupaciones que se nos olvida detenernos para ver todo lo que Dios va poniendo delante de nuestros ojos.

Dios viene a nosotros porque sabe que nuestra vida es un peregrinar constante y acampando junto a nosotros quiere ser nuestra Luz, esa Luz que alumbra las oscuridades de nuestra vida, nos indica el camino que hemos de seguir; quiere ser nuestro compañero de camino, apoyo en todos los momentos de la vida.

El adviento es un tiempo de espera: esperamos la venida de un Dios que viene a compartir nuestra historia, nuestras alegrías y nuestras penas, nuestra vida.

Empecemos a encender la luz de la alegría para que nuestros corazones se llenen de ilusión y de esperanza cuando vemos que es posible otro mundo. Ofrezcamos a este mundo nuestro la luz de nuestra fe y de nuestro amor, presentemos aquello que da sentido y valor a nuestra vida, sintámonos orgullosos de llevar el nombre de Jesús en nuestros labios, de testimoniar esa presencia con que llenamos nuestra vida.

Nuestro mundo necesita esa otra Luz, necesita ese testimonio, que esté encendida esa lámpara que alumbre y dé esperanza. No lo defraudemos, porque realmente lo están esperando de nosotros, aunque muchas veces no quieran incluso reconocerlo.

Y esto justifica todo deseo de felicidad, de bienestar y de gozo que nos deseamos unos a otros en el nombre del Señor, porque el Señor viene a iluminar nuestra vida. Nosotros lo hemos encontrado, lo hemos visto y queremos anunciarlo y hacerlo partícipe a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

«Nuestro mundo necesita esa otra Luz, necesita ese testimonio, que esté encendida esa lámpara que alumbre y dé esperanza»